domingo, 13 de abril de 2008

Después de la pesadilla


“Creo que la defensa de los derechos humanos en Chile es una materia pendiente”, opinó Iván Gajardo, un periodista chileno que hace 20 años se exilió en Argentina y explicó: “Desde que asumió Michelle Bachelet el tema se hizo un poco más popular por el hecho de que ella es hija de desaparecidos, pero hasta ahora no ha podido reformar la Constitución porque la máquina de poder chilena no se lo permite”.
A su vez, Cristian Cruz, un miembro del Programa de Derechos Humanos de Chile denunció que “la democratización en el país es incompleta porque sigue vigente la Constitución de 1980, aprobada en condiciones inaceptables y continúan las instituciones impuestas por (Augusto) Pinochet antes de entregarle el mando a los senadores designados, entre ellos algunos militares, y a sí mismo cómo senador vitalicio”.

Es por eso que Cruz cree que “todavía queda mucho por recorrer con el tema de derechos humanos”, aunque están “encaminados” y explicó que eso se debe a que “los antiguos partidos de la dictadura conservan un peso político importante en Chile y hoy, con otros nombres, mantienen una votación elevada impidiendo la aprobación de leyes que reformarían la Constitución, y eso requiere más que una mayoría simple”.

Cruz destacó que “la impunidad imperante en el país y la complicidad del gobierno de la Concertación, han creado instrumentos de solución, tales como la Comisión Rettig, la Mesa de Diálogo y la Comisión Valech, ignorando intencionalmente a los responsables de los crímenes” y agregó convencido: “Hoy todavía hay más de mil personas desaparecidas en Chile, casos en los cuales no a habido justicia”
El objetivo principal del Programa de Derechos Humanos es desarrollar e inculcar una conciencia colectiva a través de proyectos nacionales e internacionales y para lograrlo, Cruz explicó: “Tratamos de llegar a la gente para que vean las huellas que dejó el golpe en el país”.
Sin embargo, Gajardo cómo natural chileno tiene una visión un tanto negativa al respecto, ya que sostiene que “esas agrupaciones no cumplen un papel que resguarda la dignidad ni tiene un arraigo popular, al igual que en Argentina porque para la gente son grupos de nostálgicos zurdos”. En pocas palabras, “son poco respetados por la opinión pública”.
“Los años de la dictadura fueron duros. En Buenos Aires me di cuenta que había perdido la capacidad de asombrarme por la muerte cada vez que veía una situación violenta”, contó Gajardo. “Cuando parecía que venía la democracia se generaron esperanzas y alegrías”, agregó el periodista y aseguró que en el plebiscito convocado en Chile en 1988 acudió a votar por la oposición, que ganó con un 55,99 por ciento contra un 44,01. “Después de conocer la victoria del NO, en la calle había sonrisas”, relató.
No obstante, en el país las personas tienen diferentes opiniones y posturas acerca de aquel período dictatorial. Según Gajardo, “existen chilenos que piensan que Pinochet fue un héroe y eso tiene que ver con que él encabezó, en el peor de los sentidos, la revolución más importante de la historia, porque le revolucionó la cabeza a muchos”. Además, “la dictadura fue triunfante porque se bajó del gobierno de manera voluntaria y dejó un país estable económicamente”.

Relaciones internacionales
Augusto Pinochet, tras derrocar al gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 aprovechó la coyuntura de América Latina, liderada por múltiples dictadores militares y Chile se integró junto a Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia en la Operación Cóndor. “Era un plan de inteligencia destinado a la práctica del terrorismo de Estado en el Cono Sur, apoyado por la CIA”, afirmó Emilia María Barsanti, licenciada y con una maestría en relaciones internacionales de la universidad Torcuato Di Tella y agregó: “Después de que Allende nacionalizó la extracción de cobre, Estados Unidos participó indirectamente del golpe”.

Según archivos desclasificados y publicados posteriormente por el país norteamericano, la CIA habría entregado apoyo a Pinochet mediante la contratación de publicidad en diarios opositores, cómo El Mercurio. “Es un suicidio no saber lo que hace y planea la potencia de la cuál Sudamérica depende”, afirmó Stella Calloni, la reconocida escritora, investigadora y periodista en una conferencia de prensa en la escuela de periodismo TEA.
“Aunque las relaciones diplomáticas con los países vecinos se habían acercado, rápidamente se rompieron en 1978 por la guerra del pacífico y por el conflicto del Beagle con Argentina”, explicó Barsanti y agregó que “recién cuando Eduardo Frei Ruiz Tagle asumió en 1994, se reiniciaron las relaciones internacionales luego de cierto aislamiento, durante el régimen militar. Sin embargo, me animo a decir que la polémica y el revuelo que desató el proceso de Pinochet provocó que hoy Chile sea estratégicamente interesante y considerado, a nivel mundial, para armar acuerdos de todo tipo”.
Según la licenciada, en 1987 se produjo “el contacto internacional más importantes para Chile con la visita del Papa Juan Pablo II, porque mantuvo una larga reunión con Pinochet en el que trataron el retorno de la democracia y le habría pedido su renuncia”. Al año siguiente, se convocó la realización del plebiscito que dio por finalizada la pesadilla, pero los chilenos debieron enfrentar sus consecuencias.
Txt: Andra Sitt

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